La palpable
transformación de la cultura en tecnocultura fomenta la aceptación de la
ciencia y la tecnología como modalidades culturales. En todo caso, es innegable
que uno de los mayores retos para la cultura del siglo XXI esta en comprender,
valorar y manejar culturalmente la proliferación de las innovaciones
tecnocientíficas. Sin embargo, la nueva línea de interpretación culturalista de
la ciencia y la tecnología corre el riesgo de quedar varada por el lastre de
las antiguas y las modernas divisiones filosóficas entre ciencia, técnica,
cultura y naturaleza.
Para comprender la
ciencia y la tecnología contemporáneas como realizaciones culturales y manejar
culturalmente las consecuencias de sus innovaciones, es preciso establecer un
marco conceptual y teórico que rompa con las disociaciones tradicionales de éstas,
redefiniendo, de algún modo, las mismas ideas de cultura y naturaleza y que sea
capaz de fructificar en nuevas tecnologías culturales de interpretación,
valoración e intervención. "Para ello no hace falta partir de cero, sino
que sólo hay que recuperar la antigua y moderna tradición prometeica de la
concepción integrada de las culturas".
En el primer tercio del
siglo XX, se articularon los primeros estudios sociales e históricos de la
ciencia, a partir de los planteamientos sociológicos desarrollados por Marx,
Scheler y Mannheim en sus investigaciones sobre el conocimiento en general.
Estudios como los de Fleck, Hessen o Zilsel (Rossi) formaron parte de un
importante giro sociológico que se manifestó claramente en el II Congreso
Internacional de Historia de la ciencia de Londres, en 1931. Los nuevos
planteamientos entendían la ciencia, fundamentalmente, como el resultado de
Interacciones sociales y su estudio se centró en los contextos sociológicos y
económicos que configuraban su desarrollo.
El último bloque está
dedicado al tema “Ciencia, tecnología y género”. La parte más numerosa de la
sociedad es la constituida por la mujeres. Sin embargo, como se denunció en el
Congreso Mundial sobre la Ciencia de Budapest, y como se tematiza recientemente
en las páginas de la revista Nature, las mujeres siguen siendo las grandes
excluidas, por no decir perjudicadas, de la institución científica. La primera
contribución, a cargo de Eulalia Pérez Sedeño, Catedrática de Filosofía de la
Ciencia en la Universidad del País Vasco, defiende que al introducir la
categoría de género, en una nueva comprensión de la ciencia y la tecnología, se
redefine lo que sea ciencia y tecnología
Estos son tres
reconocidas autoras en este campo: Ana Sánchez, de la Universidad de Valencia,
Amparo Gómez, de la Universidad de La Laguna, y Paloma de Villota, de la
Universidad Complutense de Madrid, realizan interesantes revisiones del estado
de los estudios de género y ciencia en los ámbitos respectivos de las ciencias
biomédicas, las ciencias sociales y la economía. Para finalizar, Marta
González, profesora de la Universidad Carlos III de Madrid, expone lúcidamente
algunas características epistemológicas generales de los estudios de género y
ciencia, que aproximan éstos a los nuevos enfoques naturalistas en el estudio
de la ciencia.

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